martes, 6 de junio de 2017

A mi hermano Deogracias

La muerte de su hermano Deogracias fue un duro golpe para Gaspar Fisac Orovio (1859-1937). No fue sino hasta un años después, al cumplirse el primer aniversario de su fallecimiento, que le dedicó este poema. Escrito el uno de noviembre de 1888 con el subtítulo “En el día de difuntos”, fue publicado en “El Eco de Daimiel” nº 388.

Las amarillas hojas caen temblando,
voltea la campana en triste son
y los vivos visitan a los muertos
porque su día es hoy.

Salen los muertos de sus tumbas frías
y recobran la vida, el ser, la voz,
y unos llegan del vivo a la conciencia
y otros al corazón.

Nada tienes que ver en mi conciencia,
pasa, pasa y verás mi corazón.
¿No te explicas, al verlo ahogado en llanto,
por qué no lloré yo?

Cual tu hermano, tu médico, tu amigo,
¿quién en la alcoba su valor mostró?
¿quién detuvo la muerte sonriendo?
y ¿quién ¡ay! te engañó?

No pude luchar más, te mostré el cielo,
dejé mi puesto un punto al confesor,
me miraste angustiado... ¡y sonreíste,
pues no lloraba yo!

Después vino un delirio... mas no quiero
recordar tu agonía... se extinguió
de tu cerebro en la mirada el brillo
¡y entonces lloré yo!

Solo entonces mis lágrimas cayeron
y tu alma al salir las recogió,
no lloré más ¡si de mi alma huías,
en la tuya iba yo!

Pedíle a Dios consuelo al darte el beso
que en tu frente al tocar se congeló
¡y ya ves si Dios me escucharía
siendo tú intercesor!

Pues si ayer me acusaba de un pecado
hoy debo confesar otro mayor:
Te quise como a un ídolo y ahora
te rezo como a un dios.

Que el cielo me perdone ese extravío,
hijo, tal vez, de loca inspiración;
no hallo más pensamientos que ofrecerte
ni tengo más amor.

Las amarillas hojas caen temblando,
voltea la campaña en triste son,
los cuerpos caen al surco, el alma sube
al cielo en la oración.

Fuente de información: http://www.bubok.es/libros/244091/Una-lagrima-es-un-beso

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