viernes, 15 de marzo de 2013

Razones para la esperanza


Dos días antes de la elección del Papa Francisco escribía en este mismo blog mi deseo de que el elegido fuese un Papa humilde, sencillo, que cortase los privilegios y luchase por los más desfavorecidos. Terminaba, en concreto, pidiendo que los cardenales dirigiesen su voto “a aquél que considere capaz de volver a hacer pobre a la Iglesia puesto que en la humildad y sencillez es donde está la mayor riqueza”.

Tras la sorpresa inicial que ha causado la elección de Jorge Mario Bergoglio, los primeros signos apuntan a que ese deseo se puede hacer realidad. Veamos algunos signos muy significativos:
Supimos que antes de ser Papa había rechazado vivir en la lujosa residencia destinada a las grandes figuras del clero argentino y había preferido seguir viviendo en su modesto apartamento en donde él mismo, incluso, se ocupaba de hacerse la comida. Además se desplazaba en metro y autobús y gustaba de mezclarse con la gente sencilla.
Su primera aparición publica como Papa la hizo con una sencilla sotana blanca (renunció a ponerse la engolada estola de sus predecesores); se dirigió al pueblo con una sonrisa e incluso bromeó; en un acto de humildad pidió al público congregado que lo bendijesen a él antes de dar él su propia bendición.
Al día siguiente, en su primera salida como Papa, rechazó utilizar el lujoso coche que le habían preparado y pidió uno más normal; fue a su apartamento a recoger sus enseres personales y los recogió él mismo y, antes de salir de allí intentó pagar con su dinero el coste de la estancia, aunque no le dejaron.

Resulta que todos estos signos, que por otra parte son normales y corrientes y no deberían sorprender a nadie, nos llaman la atención porque no son habituales entre los “poderosos”. Una razón más para albergar un hálito de esperanza, que haya un Papa que sea tan cercano, humilde, sencillo como lo fue Jesucristo. Eso sí, va a tener que luchar mucho para “limpiar” las altas estructuras eclesiásticas, y más cuando se haya leído las más de 300 páginas del informe que le dejó en privada herencia su antecesor. ¿Tendrá fuerza y apoyo suficientes o caerá en el intento (nunca esclarecido porque impidieron realizar la autopsia) de Juan Pablo I, muerto en extrañas circunstancias a los 30 días de haber sido elegido Papa y haber anunciado sus intenciones?
Fotografía del autor: Luces y sombras de la Iglesia.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Estoy de acuerdo en todo. Ojalá le dejen trabajar, sin ponerle obstáculos.
MC