domingo, 15 de enero de 2017

El bolso más pesado del mundo

Cuando trabajaba en la compañía de agroquímicos ICI-Zeltia me junté con mi compañero Javier Cebrián que tenía tanta imaginación y buen humor como yo. Esa imaginación y buen humor la padeció en más de una ocasión nuestra secretaria Aurora. Una de las bromas típicas que le gastábamos era la de llenarle el bolso de todo lo que tuviéramos a mano sin que ella se diera cuenta... hasta que iba a cogerlo y entonces descubría que aquello pesaba una enormidad. Entonces lo abría y empezaba a sacar una grapadora, un libro, un pisapapeles, una taladradora, un bloc de notas, un portalápices... y mientras ella ponía cara de cabreo nosotros nos partíamos de risa. Esta broma la repetimos muchas veces, tantas que cada vez que iba a coger su bolso lo abría antes para comprobar qué le habíamos metido.

En otra ocasión, la broma fue más sofisticada. Se había comprado un coche de color blanco y, sin que se diera cuenta, salimos y se lo tuneamos como si fuera un taxi. En la parte del techo le pusimos un envase de yogur pintado de verde como si fuese la luz de “libre” de los taxis, y en el lateral opuesto al del conductor (para que no lo viese al entrar al coche) le pegamos una franja roja en diagonal como la que llevan los taxis en Madrid. Nos partíamos de risa pensando en la cara de sorpresa que pondría cuando la gente por la calle levantase la mano a su paso para pararla como si fuera un taxi. Por fortuna para ella, se dio cuenta antes de entrar en el coche... pero lo que nos reímos con los preparativos no nos lo quita nadie.

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