miércoles, 24 de julio de 2013

La mayor grandeza es la humildad

Cuando un directivo es realmente “grande” es cuando se muestra humilde y sencillo, cuando escucha y atiende a sus colaboradores, y –sobre todo- cuando les da libertad para realizar su trabajo.

El directivo mezquino, el que tiene miedo de que otros mejores que él prosperen en la empresa, tratará por todos los medios de “atar en corto” a sus subordinados, evitará que estos brillen y se adjudicará para sí mismo todos los méritos.

Cuando un directivo es “grande” no tiene miedo de que sus subordinados prosperen sino que lo desea y alienta porque sabe que del progreso de todos, todos saldrán beneficiados, él el primero. Por consiguiente da libertad a sus empleados para que cada cual desempeñe con libertad e iniciativa su trabajo mientras él se limitará a señalarle objetivos, a incentivarle, a apoyarle en cuanto pueda en beneficio del grupo.

El entrenador del Atlético de Madrid, Diego Pablo Simeone lo expresa perfectamente en su libro “El efecto Simeone (la motivación como estrategia)”, al afirmar: “Soy partidario de dar mucha libertad para trabajar”.

Cuando el ser humano se siente libre, motivado y apoyado, es cuando da lo mejor de sí mismo y de ahí se derivan beneficios para todos.

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