lunes, 28 de mayo de 2012

Seis palabras.- 1: Inspiración


Dicen que la verdadera inspiración es el fruto de la transpiración, es decir, el resultado del trabajo previo. Y estoy de acuerdo con ello, pero voy a añadir un pequeño truco para que podáis alimentar y beneficiaros de vuestra inspiración.

Para alcanzar el impacto deseado con nuestra comunicación es preciso haber acertado con el mensaje, con la forma de expresarlo, con el medio o los medios de transmitirlo... es decir, nos vendría muy bien estar tocados por la varita mágica de la inspiración para obtener el mejor de los resultados. ¿Cómo se logra?

Lo primero, como ya apuntaba antes, es el trabajo previo. Cuando tengáis que afrontar el hecho de comunicar algo, lo primero es documentarse. Para ello hay que acudir a cuantas fuentes fidedignas se nos ocurra e ir haciendo una primera lectura. Cuando consideremos que ya tenemos material suficiente para poder escribir y plantear lo que necesitamos comunicar, procederemos a hacer una segunda lectura, esta vez subrayando aquellos datos, cifras, citas, párrafos, etc., que consideremos de mayor interés para nuestro propósito. Y cuando hayamos terminado de hacerlo... entonces... cerraremos la carpeta, cerraremos los ojos, y enviaremos un mensaje a nuestro subconsciente diciéndole algo así como “yo ya he hecho el trabajo previo, ahora te toca a ti trabajar, así que yo me voy a dedicar a otras cosas y ya me avisarás cuando estés listo”. Y, efectivamente, eso es lo que hay que hacer: estar convencidos de que nuestro subconsciente va a ser capaz de darnos esa chispa de originalidad y acierto que necesitamos... y dejarle hacer.

A partir de ese momento nos olvidaremos de todo el trabajo previo que hemos realizado y nos ocuparemos de otros menesteres. Estad seguros que al cabo de unas horas, o de unos días (el subconsciente resulta que sí es conciente del plazo real que nos exigen) sentiremos algo así como una llamada interior, quizás sea una frase, una idea, o ese titular que podría encabezar nuestro mensaje. Tan pronto como lo recibamos, hay que escribirlo. Pero claro, esto no siempre es fácil porque ese momento puede acontecer cuando estamos conduciendo, o cuando estamos en el servicio, o cuando estamos caminando por la calle, o en mitad de una reunión... No importa. Siempre hay que tener a mano un papel y un lápiz, y tan pronto llegue esa idea hay que trasladarla al papel; es tan sólo cuestión de unos segundos.

Bien, el subconsciente ya nos ha avisado que está listo, por lo tanto, en cuanto sea posible, lo más rápidamente posible, hay que apartarse de las demás ocupaciones, coger papel y lápiz (hoy en día suele ser el ordenador) y ponerse a escribir todo lo que nos salga a partir de esa idea. Veremos cómo tan pronto comencemos a escribir, las palabras se van a ir agolpando y a salir una tras otra. Debemos dejarlas que salgan tal como ellas quieren, sin retoques ni censuras.

Finalmente, cuando se haya terminado de escribir, será el momento de repasarlo para corregir alguna cosa o añadir o quitar cualquier otra, pero nos daremos cuenta que el resultado es de nuestra entera satisfacción.

Para quien no haya practicado nunca esta técnica hay que recordarle que es muy sencilla pero indudablemente no tiene por qué salir de forma perfecta a la primera. Lo importante es acostumbrarse a trabajar sobre una idea, dejarla después reposar en la mente mientras nos ocupamos de otras cosas, y finalmente dar rienda suelta a todas las ideas que en un momento dado brotarán de nuestro subconsciente reflejándolas en el papel.

El trabajo previo siempre es necesario, pero también lo es el dejar trabajar a la mente para que nos aporte esa chispa diferenciadora que otorga a unos mensajes la atracción del lector frente al paso desapercibido de los demás.

(Continuará)

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